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Antes de adoptar una iguana, es recomendable informarse bien de las condiciones en las que tiene que vivir este animal y qué cuidados hay que dispensarles.
Es sumamente importante porque se trata de una mascota que puede superar 1,80 m de tamaño durante la edad adulta y que requiere unas atenciones y responsabilidades básicas, así que, si no disponemos de tiempo suficiente o de espacio en casa, es preferible que optemos por otro animal como mascota.
¿Qué espacio necesitan para vivir?
El terrario es el espacio donde la iguana pasará gran parte del día. Para que sea capaz de adaptarse a su crecimiento y el animal disponga de espacio para vivir cómodamente, es fundamental que lo compremos grande, es decir, que sea superior a los dos metros, para que no tengamos que cambiar de terrario conforme la iguana vaya aumentando de tamaño. Debemos pensar que se pasará muchas horas dentro y, además del animal, tiene que haber espacio para colocar algunas ramas y piedras para que pueda subirse o esconderse entre ellas.
El terrario debe estar a una temperatura y humedad determinadas que simularán el ambiente cálido de donde es la iguana. Por ello, la temperatura debe oscilar entre los 25 y los 30 ˚C, y la humedad debe estar comprendida entre el 70 y el 85 %. Durante el día podemos sacarla y dejarla descansar en un lugar seco y soleado. También podemos poner el terrario en un lugar en el que reciba la luz natural y pueda disfrutar de los rayos del sol como el resto de reptiles. Eso sí, lejos de corrientes y de cambios bruscos de temperatura.
¿De qué se alimentan?
Estos reptiles gozan de una dieta variada, aunque esta es principalmente herbívora. Mientras crecen pueden alimentarse de insectos, pero no es algo habitual ni, por tanto, obligatorio. Lo normal es que coman piezas de verdura y fruta, alimentos que tendremos que completar con suplementos que nos recomendará el veterinario. Cuando se hacen mayores, la alimentación se centra, exclusivamente, en los vegetales (coles, lechugas, berzas, bayas, fresas, manzanas…).
Lo ideal es que le demos de comer cada dos o tres días, pero esta rutina puede alterarse cuando crezca.
En cuanto al agua, debemos asegurarnos de que tiene el recipiente lleno y cambiárselo diariamente.
Por último, es importante que el terrario esté limpio y la piel no presente ácaros que perjudiquen su salud. Por ello, ante cualquier anomalía, consultaremos con el veterinario.
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